De aquello que es
invisible y no te puedo decir, aquello que siento y no se como
expresar, es eso que me quema y abrasa en un fuego eterno, la
inacabable soledad y el vacío infinito que no me deja ser, sino que
me lleva al fondo del abismo.
Dame tu mano, sé mi
luz, sé el faro que a puerto seguro me deje llegar, donde podré por
fin reposar mi cabeza en un regazo suave y tibio y una mano tersa
jugará con mi cabello y mis ojos podrán por fin cerrarse a la
sensación eterna de la nada, nada que no me deja ser, nada que me
ata y me ahoga.
Deja de ser una
promesa, transformate en realidad perenne que me envuelve en sus alas
llenas de calor, que me alejan del frío cruel de la humanidad.
Llevate mis
tinieblas, acerca a mí la copa con vino, de color carmesí y dulce
aroma, que por mi garganta se desliza de forma rauda pero suave, me
cambia la realidad, me libera y rompe aquello que me ata y oprime.
Bajo la luna azul te
propongo dejar correr la vida, que fluyan lágrimas y que las vidas
separadas sean una, no distinta al cielo y las estrellas, no distinta
al Sol y la Tierra, en un abrazo sin fin, seremos lo que queramos y
aquello que el destino nos marque, no contra voluntad sino con
entrega infinita
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