Ya huele a invierno, algunos dirán que lo odian, pero yo amo el invierno, será porque soy un nostálgico enamorado de las tardes y noches de lluvia. Ya una vez escribí sobre lo que se puede hacer cuando llueve, leer un libro, escuchar música, dormir, disfrutar de una taza de café o incluso hacer el amor.
A diferencia del día soleado el día de lluvia permite entre muchas cosas poder jugar en el agua, recobrar la infantil sensación de saltar por los charcos, de hacer un barco de papel y ponerlo en la corriente para que se lo lleve, el día lluvioso da la escusa perfecta para ponerte ese abrigo que tanto te gusta, para salir caminar y dejar que la lluvia se lleve confundidas las lágrimas del alma.
Ya huele a invierno y en mi ser crece la expectativa y crece la ansía de poder disfrutar de una tarde, de una noche, de amor, de pasión, de soledad.