miércoles, 23 de julio de 2014

En la tarde

Como muchas otras veces, el campus era un lugar ideal para la meditación y el pensamiento, los sábados eran pocas las personas que llegaban hasta allí, sus espacios amplios y verdes, el ruido de las ramas de los árboles movidas por el viento y la relativa soledad logran crear el ambiente perfecto.

Ese día el cielo era gris y una ligera llovizna le empapaba la cara. Su estado de ańimo estaba muy acorde con el ambiente imperante. 

Sacó de su pequeño morral un libro que pretendía leer y se sentó en una pequeña banca a tomar un café que recién había comprado en un establecimiento cerca.

Con ambas manos sostuvo el vaso de cartón buscando sentir el calor de la bebida, no sabía por qué pero esa sensación cálida le causaba un sentimiento de bienestar. Procedió a sorber un poco y a adentrarse en sus pensamientos.


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Habían pasado algunos días desde que había tomado la decisión de abandonarla, al inicio no se sintió mal, sabía que el tiempo juntos había sido poco y era lo correcto, no podía ser de otra manera. Cuando se lo dijo, ella no lo tomó bien, pero fue firme y fuerte y no demostró dolor alguno, solo expreso su decepción por la forma en que habían cambiado las cosas de un día para otro.

Él sabía que no había forma de terminar de buena forma, no se podía, eran muchos los factores que influían para evitar poder llevar las cosas de otra manera. 

Pero ahora que los días habían pasado, que se habían despedido, empezaba a sentir una tristeza indescriptible, un vacío se abría paso en su pecho y los latidos de su corazón parecían querer romper su piel. 

Por una razón que no comprendía sentía la ausencia de sus labios y sus brazos, extrañaba su voz, sus ojos, su cabello, se sentía perdido sin un rumbo.

Era extraño, ¿como podía ser que significara tanto?, no tenía respuesta. El caso era que en ese momento sentía que había cometido un error, uno incorregible, grave y que no tenía vuelta atrás.

-- Me he equivocado ---. Se dijo así mismo, pero no había forma alguna de cambiar lo hecho, sorbió nuevamente el café, la calida bebida bajó por su garganta, pero el frío no desaparecía. 

Observo el cielo, seguía gris, era un gris que no solo lo percibía sus ojos, en sus sentimientos también lo experimentaba. 

Era una tarde gris, en los días por venir iría mejorando poco a poco, al fin de cuentas el tiempo es el bálsamo que todo lo cura, pero sabía muy bien que nunca podría olvidar la decisión que había tomado y el precio pagado.