viernes, 25 de julio de 2008

La historia del Caballero

Este caballero, es un ser especial, excepcional si se quiere. Por muchos años cabalgó de forma solitaria y triste, se creía desdichado y pobre, se odiaba así mismo por cuanto estaba ciego, pero su ceguera no radicaba en sus ojos, por el contrario su ceguera estaba en su alma.

De esta forma el caballero anduvo buscando una respuesta que le era esquiva, una respuesta que le sacará de la sumisión en la que vivía. No sabia que la tenía dentro de si mismo, ignoraba que la llave para hallarla residía en quienes más cerca tenía.

Un día, un rostro, una voz del pasado llegó al caballero, llegó con frescura, con aliento, con algo de sabiduría y mucho cariño, -he aquí mi respuesta- se dijo así mismo el caballero y en una loca e insensata empresa el caballero montó sobre su corcel y partió de su reino, dejando atrás todo aquello que le mortificaba, dejando atrás todo lo que le entristecía, dejando atrás la verdadera respuesta. Que equivocado estaba, durante su cruzada se batió con los más feroces enemigos, conquistó nuevos aliados, en tu tez se reflejaba el tesón y el esfuerzo, día a día iba logrando vencer obstáculos, día a día su acometida rendía frutos.

Con los ojos vendados y el corazón en la mano así avanzó el caballero, hasta que un aciago día la verdad aspera como la roca surgió de entre el lugar menos esperado, surgió para clavar un puñal en su espalda, en su alma, desgarrándola mortalmente.

El caballero cayó de rodillas, ante sus ojos todo lo que había construido se desmoronó como un castillo de arena lo hace ante el viento, su mente se detuvo, el tiempo y la realidad dejaron de existir.

El caballero había muerto, había perecido en la más noble de las batallas, traicionado por en quien su confianza había depositado. Sobre una carreta su cortejo marchó en la soledad mas profunda, en medio de la noche, sobre su pecho yacía su escudo y a su lado su espada, rotos ambos, fragmentados en heridas profundas y oscuras de las cuales manaba la más odiosa sustancia jamas vista, era la sangre de su alma herida, mancillada.

Su corcel se alejó, siguiendo en camino contrario en rumbo errante con la mirada perdida en el aterciopelado firmamento cubierto por estrellas.

En su sepultura el caballero yacio, a su lado su corazón fue colocado, enterrado en medio de cardos y cizaña, con una roca por abrigo y sin lapida alguna. Al salir de la luna, en lo lejos de la colina un grito retumbo por el orbe, una negra figura cabalgando se acercaba a la tumba, en un negro y brillante corcel un personaje misterioso se acerco al infame velorio, en sus ojos se veía la sangre de la ira, se olia el odio de sus venas. Un frió aliento emanaba de su boca, en sus manos vestía negros y gruesos guantes.

Observando a los que allí estaban este nuevo personaje se arrodillo a la orilla del caballero y tomo su espada y escudo y suyos los hizo, partió de nuevo hacia la noche, hacia la oscuridad, con la promesa de solo cabalgar en las noches de luna, de solo luchar en las noches en que las estrellas brillasen.
De esta forma el nuevo caballero vivió en soledad, en oscuridad, tristemente cantando una canción que solo el comprendía, meditando un odio, un rencor creciente hacia el caballero muerto.

-----continuará-----