En la noche bajo la lluvia su grito de dolor se levantó sobre el trueno,
en sus ojos se notaba el miedo, el hambre y el frió, temiendo ser
lastimada por un ser "superior" la pequeña perla negra temblaba.
Llegar a ella fue difícil, ganar su confianza una batalla,
al final pudo más el amor que el temor.
Cubierta por los brazos del cariño fue socorrida, lloraba de
soledad, de temor, de hambre. Lloraba por toda la crueldad
que en sus pocos meses ha recibido.
Lastimada entonces comprendió que esa noche tendría amor,
techo, abrigo y alimento, comprendió que no sería más desdeñada,
pateada o golpeada.
Así durmió por primera vez en quien sabe en cuantas noches con
paz, serenidad, calor de hogar, calor de amigo.
A la mañana siguiente al salir del sol y vencer sobre la lluvia
el día tuvo otra sorpresa, dos nuevas perlas negras, hermanas
de la primera la buscaban, llamándola, llorando su nombre,
de igual forma la desconfianza fruto del maltrato se dibujaba en
su rostro, el frió las quemaba y el hambre las torturaba, nuevamente
otra batalla para ganar su confianza y poder llevarlas junto a la primera.
Al fin la familia unida, la familia alimentada, la familia protegida,
de ellas hube de separarme, para buscarles el palacio que se merecen,
para darles el hogar que necesitan, de ellas me despegue no sin dolor, no
sin llanto, pero agradecido porque el cielo por unas horas me dio la oportunidad
de poseer tres perlas negras.