La belleza de una persona es su ser interior,
sin importar lo que habite en esta persona,
es en su interior donde hábita el alma, la cual
nace del alma suprema.
Su alma es un punto luminoso en el Universo,
es una con él y es una con el Alma Suprema.
Dañar, corromper y destruir el alma de una
persona es el mayor de los pecados que se
pueden cometer.
Todos somos únicos, valiosos e irrepetibles,
por lo que al nacer venimos llenos de pureza,
lamentablemente luego nos vamos volviendo
viles y vanos, manchamos el alma y no dejamos
que la luz de esta brille.
Recordemos esto cada vez que veamos a una
persona y queramos juzgarla, ella al igual que
nosotros fue creada pura y libre y a su muerte
ha de regresar a ese estado.