A pesar de romper el último eslabón la cadena se resiste,
no aprende que el fin ha llegado que no hay marcha atrás,
sigue incesante, como la nieve en avalancha, es implacable.
Su extensión, su fuerza se forjaron en las jornadas del ayer,
en los tiempos pasados, en los días ya idos.
No cesa en su intento de aprisionar, no quiere dejar morir ese
ayer tortuoso, creado por voluntad externa que luego se transforma
en propia, que cobra vida y base sus tentáculos más allá de lo inimaginable.
Como una cicatriz en el pecho que no se cierra, esparce su fuego, su calor
queriendo abrazar todo aquello que le rodea.
Vencer esta fuerza es posible, no es sencillo, se ocupan fuerzas sobre humanas,
ayuda divina, ayuda terrena.
Será la voluntad, será el deseo de libertad, será el sudor y la sangre,
el precio a pagar para romper ese último eslabón que se ve tan lejos.
no aprende que el fin ha llegado que no hay marcha atrás,
sigue incesante, como la nieve en avalancha, es implacable.
Su extensión, su fuerza se forjaron en las jornadas del ayer,
en los tiempos pasados, en los días ya idos.
No cesa en su intento de aprisionar, no quiere dejar morir ese
ayer tortuoso, creado por voluntad externa que luego se transforma
en propia, que cobra vida y base sus tentáculos más allá de lo inimaginable.
Como una cicatriz en el pecho que no se cierra, esparce su fuego, su calor
queriendo abrazar todo aquello que le rodea.
Vencer esta fuerza es posible, no es sencillo, se ocupan fuerzas sobre humanas,
ayuda divina, ayuda terrena.
Será la voluntad, será el deseo de libertad, será el sudor y la sangre,
el precio a pagar para romper ese último eslabón que se ve tan lejos.
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