Esa tarde de truenganos y fusinganos
Después de la decepción de San Francis quedé hecho una piltrafa emocional, como dije la bici terminó en la tienda de empeño. Luego me sentí perro ya que experimenté un sentimiento de traición a una amiga que no tenía culpa de nada, también me mortificaba la sensación de ser un falso que solo se motivó a hacer ejercicio y verse bien por motivos banales. Luego regresaría por la bici, pero no por el momento.
A pesar de lo ahuevado que me sentí, decidí al menos comer mejor, total, ya había logrado algún benefició y me dije -- diay mae, hay que cuidarse, toda vez que no sos un carajillo --. Así que la pizza y el chifrijo se volvieron delicatessen de eventos ocasionales.
También regresé a la U a estudiar, la verdad es que la vara de estar solo en la casa no me gustó tanto como yo pensé, así que me matriculé en una maestría. Entonces ya tenía algo que hacer, pero antes de caer en el mismo error que con la bici me aseguré que realmente me gustará el plan de estudios y que fuera de provecho. Y allí estaba yo nuevamente en el aula. Por lo menos los compañeros no eran unos guilillas, sino gente que sabe lo que quiere y no va a perder el tiempo.
El caso es que tenía que ir a cada rato a la biblioteca, sobre todo los sábados porque entre semana no se puede, o breteaba o estudiaba, por dicha el trabajo es de lunes a viernes. Y un sábado de los tantos me deje llegar temprano -- vi a SF en bici, acompañada de HP--- y me puse a leer un libro y a escribir un reporte. Cuando salí a las 3 y tantas de la tarde el cielo se había abierto, solo faltaba que pasará Noe frente a la biblioteca y me recogiera. La cantidad de agua era increíble, así que no tocaba otra que esperar.
El frío llegaba a los huesos y los rayos iluminaban el cielo a cada rato, uno cayó cerca, tanto que el trueno llego casi de inmediato, se oyeron gritos adentro, la luz se fue, en fin aquello fue el caos. A los cinco minutos la gente empezó a salir, por dicha yo había salido antes.
Me fui a la parte atrás, allí hay unos "pollos" bajo techo y me senté, a mi lado estaba una muchacha de pelo corto, lleno de colochos, vestía una blusa blanca de lana de manga larga, un saco color café, jeans y botas, era una visión. No pude dejar de verla, y quería hablarle, pero me daba pena y temor de que hubiera otro HP por allí, ¿esperaba ella a alguien?
Sin pensarlo mucho saqué un libro del maletin y me puse a hacer que leía, la verdad era que de reojo la miraba, su piel era blanca, con alguna que otra peca, en un momento se volvió a verme y me sonrío, yo como el más bobo solo pude regresar la sonrisa y volver a meterme en el libro.
No se movía, salvo para ver el celular, a lo mejor esperaba un mensaje o veía la hora. Dios, ¿que hacer, me paro y me voy o me le arrimó? y si lo hago que le digo.
La lluvia no cesaba, más bien aumentaba, un nuevo rayo cercano y esta vez el grito fue suyo.
-- Disculpe, ¿esta usted bien? --- Benditos rayos ---.
-- ¡Hay que pena! No se preocupe, es que me asustan los rayos tremendamente y yo aquí.
-- ¿Mejor se va a otro lado, la cosa no parece mejorar?
-- Ojala pudiera, pero estoy esperando a alguien y no ha llegado, es más no creo que llegue ya, pero con esta lluvia tampoco quiero mojarme, no hay paraguas que aguante.
-- Sí, yo estoy en las mismas.
-- ¿Espera a alguien?
-- ¿Quien, yo? No, para nada es que no quiero llegar a mi casa mojado.
Hablamos del clima, de la U, de la vida, del sapo y la culebra. Los minutos fueron horas. La lluvia se fue, pero nosotros quedamos.
Cuando el tiempo lo permitió, caminamos a su carro, y luego yo al mío, y cuando los días del calendario marcaron otra vez sábado, yo la esperé para un café y luego ella me esperó para una cena.
¿A quien esperaba ella?, no lo sé, pero le doy gracias por no haber llegado, por ser el incumplido que ella mencionó.
¿Y la bici?,,, luego les cuento.