Sentado en un rincón del restaurante, se aprestaba a disfrutar de una copa de vino, planeada desde hace mucho tiempo, tanto porque quería estar solo, tanto porque le apetecía tomarlo.
De repente una luz en su mente se presentó, una herida en su pecho renació, a su lado una pareja ejercía el sacro acto del cortejo amoroso, las manos tomadas, susurros furtivos, labios que se acercan, labios que se rozan.
El trovador entona una canción del pasado, una canción que él maldice porque abre su mente, remueve las piedras, relucen los recuerdos.
Miradas tiernas, miradas de pasión, miradas de lujuria, de amor intenso.
Un sorbo al vino, la mirada perdida en el ayer, el corazón latiendo esforzado, las manos de la pareja se entrelazan, maldito vino, maldito trovador.
Un último trago de la copa, y un nuevo recuerdo, debe recordar olvidar.