Durante mucho tiempo el oscuro caballero, anduvo cabalgo en medio de un bosque oscuro, cada instante que vivía era su martirio, en su pecho llevaba una herida abierta, una herida que palpitaba de dolor y tristeza.
Su destino se adivinaba claro, poco a poco se iría perdiendo en la negra noche, poco a poco su corazón se iría transformando en piedra.
Creyendo no poder más, creyendo morir, de su corcel desmontó y de rodillas postrado ante la luz de la luna, se entrego a su suerte, dispuesto a morir, dispuesto a finalizar su historia para siempre. Ese momento una mano le tomo por el hombro, una mano le levantó y una voz suave y tierna lo llamo por su nombre. De inmediato los muros de piedra se resquebrajaron, de inmediato, el suelo se estremeció.
El caballero se levanto poco a poco tambalean te, se quitó su casco de negro metal y con sus ojos pudo ver la misericordia y el perdón, la alegría de vivir y la dicha de existir.
En sus ojos las lágrimas brotaron, de su boca no salían palabras porque había olvidado hablar, lentamente dando pasos hacia la dueña de la mano amiga caminó no sin desconfianza, no sin temor.
Cada paso dado significaba dolor, cada paso era dado dejando una huella de sangre, juntos caminaron hasta la tumba del primer caballero la cual misteriosamente esta vacía, estaba abierta, había desaparecido su morador, con cariño, con lágrimas las manos despositaron al caballero oscuro en la tumba, con amor un beso, con tristeza un adiós.
Al salir el sol, en lo alto de la colina un blanco corcel, se movía brioso, lleno de fuerza y a su lado, el caballero renovado, renacido, si bien con heridas en su alma, las que llevaría para siempre su corazón había sanado.
Este blog es para aquellos que son corazones con fuertes sentimientos y emociones, es para todos aquellos que sentimos de forma intensa mas allá de todo lo normal, aquí se pueden expresar, escribir, reír o llorar lo único que no pueden hacer es no vivir
martes, 29 de julio de 2008
viernes, 25 de julio de 2008
La historia del Caballero
Este caballero, es un ser especial, excepcional si se quiere. Por muchos años cabalgó de forma solitaria y triste, se creía desdichado y pobre, se odiaba así mismo por cuanto estaba ciego, pero su ceguera no radicaba en sus ojos, por el contrario su ceguera estaba en su alma.
De esta forma el caballero anduvo buscando una respuesta que le era esquiva, una respuesta que le sacará de la sumisión en la que vivía. No sabia que la tenía dentro de si mismo, ignoraba que la llave para hallarla residía en quienes más cerca tenía.
Un día, un rostro, una voz del pasado llegó al caballero, llegó con frescura, con aliento, con algo de sabiduría y mucho cariño, -he aquí mi respuesta- se dijo así mismo el caballero y en una loca e insensata empresa el caballero montó sobre su corcel y partió de su reino, dejando atrás todo aquello que le mortificaba, dejando atrás todo lo que le entristecía, dejando atrás la verdadera respuesta. Que equivocado estaba, durante su cruzada se batió con los más feroces enemigos, conquistó nuevos aliados, en tu tez se reflejaba el tesón y el esfuerzo, día a día iba logrando vencer obstáculos, día a día su acometida rendía frutos.
Con los ojos vendados y el corazón en la mano así avanzó el caballero, hasta que un aciago día la verdad aspera como la roca surgió de entre el lugar menos esperado, surgió para clavar un puñal en su espalda, en su alma, desgarrándola mortalmente.
El caballero cayó de rodillas, ante sus ojos todo lo que había construido se desmoronó como un castillo de arena lo hace ante el viento, su mente se detuvo, el tiempo y la realidad dejaron de existir.
El caballero había muerto, había perecido en la más noble de las batallas, traicionado por en quien su confianza había depositado. Sobre una carreta su cortejo marchó en la soledad mas profunda, en medio de la noche, sobre su pecho yacía su escudo y a su lado su espada, rotos ambos, fragmentados en heridas profundas y oscuras de las cuales manaba la más odiosa sustancia jamas vista, era la sangre de su alma herida, mancillada.
Su corcel se alejó, siguiendo en camino contrario en rumbo errante con la mirada perdida en el aterciopelado firmamento cubierto por estrellas.
En su sepultura el caballero yacio, a su lado su corazón fue colocado, enterrado en medio de cardos y cizaña, con una roca por abrigo y sin lapida alguna. Al salir de la luna, en lo lejos de la colina un grito retumbo por el orbe, una negra figura cabalgando se acercaba a la tumba, en un negro y brillante corcel un personaje misterioso se acerco al infame velorio, en sus ojos se veía la sangre de la ira, se olia el odio de sus venas. Un frió aliento emanaba de su boca, en sus manos vestía negros y gruesos guantes.
Observando a los que allí estaban este nuevo personaje se arrodillo a la orilla del caballero y tomo su espada y escudo y suyos los hizo, partió de nuevo hacia la noche, hacia la oscuridad, con la promesa de solo cabalgar en las noches de luna, de solo luchar en las noches en que las estrellas brillasen.
De esta forma el nuevo caballero vivió en soledad, en oscuridad, tristemente cantando una canción que solo el comprendía, meditando un odio, un rencor creciente hacia el caballero muerto.
-----continuará-----
De esta forma el caballero anduvo buscando una respuesta que le era esquiva, una respuesta que le sacará de la sumisión en la que vivía. No sabia que la tenía dentro de si mismo, ignoraba que la llave para hallarla residía en quienes más cerca tenía.
Un día, un rostro, una voz del pasado llegó al caballero, llegó con frescura, con aliento, con algo de sabiduría y mucho cariño, -he aquí mi respuesta- se dijo así mismo el caballero y en una loca e insensata empresa el caballero montó sobre su corcel y partió de su reino, dejando atrás todo aquello que le mortificaba, dejando atrás todo lo que le entristecía, dejando atrás la verdadera respuesta. Que equivocado estaba, durante su cruzada se batió con los más feroces enemigos, conquistó nuevos aliados, en tu tez se reflejaba el tesón y el esfuerzo, día a día iba logrando vencer obstáculos, día a día su acometida rendía frutos.
Con los ojos vendados y el corazón en la mano así avanzó el caballero, hasta que un aciago día la verdad aspera como la roca surgió de entre el lugar menos esperado, surgió para clavar un puñal en su espalda, en su alma, desgarrándola mortalmente.
El caballero cayó de rodillas, ante sus ojos todo lo que había construido se desmoronó como un castillo de arena lo hace ante el viento, su mente se detuvo, el tiempo y la realidad dejaron de existir.
El caballero había muerto, había perecido en la más noble de las batallas, traicionado por en quien su confianza había depositado. Sobre una carreta su cortejo marchó en la soledad mas profunda, en medio de la noche, sobre su pecho yacía su escudo y a su lado su espada, rotos ambos, fragmentados en heridas profundas y oscuras de las cuales manaba la más odiosa sustancia jamas vista, era la sangre de su alma herida, mancillada.
Su corcel se alejó, siguiendo en camino contrario en rumbo errante con la mirada perdida en el aterciopelado firmamento cubierto por estrellas.
En su sepultura el caballero yacio, a su lado su corazón fue colocado, enterrado en medio de cardos y cizaña, con una roca por abrigo y sin lapida alguna. Al salir de la luna, en lo lejos de la colina un grito retumbo por el orbe, una negra figura cabalgando se acercaba a la tumba, en un negro y brillante corcel un personaje misterioso se acerco al infame velorio, en sus ojos se veía la sangre de la ira, se olia el odio de sus venas. Un frió aliento emanaba de su boca, en sus manos vestía negros y gruesos guantes.
Observando a los que allí estaban este nuevo personaje se arrodillo a la orilla del caballero y tomo su espada y escudo y suyos los hizo, partió de nuevo hacia la noche, hacia la oscuridad, con la promesa de solo cabalgar en las noches de luna, de solo luchar en las noches en que las estrellas brillasen.
De esta forma el nuevo caballero vivió en soledad, en oscuridad, tristemente cantando una canción que solo el comprendía, meditando un odio, un rencor creciente hacia el caballero muerto.
-----continuará-----
lunes, 21 de julio de 2008
Viviendo del ayer
El ayer es como el agua llovida, se fue y no ha de volver,
es como el tiempo, su paso no se detiene y no regresa.
El ayer nos deja marcas, nos deja huellas profundas,
sus cicatrices a veces son permanentes y sus recuerdos
indelebles.
El ayer nos deja dolor, pero también alegría,
nos da llanto, nos da esperanza.
El ayer nos lastima, nos asusta, pero nos enseña,
con tímido sentir, el ayer nos muestra el sol del mañana.
Del ayer quiero aprender, por el ayer quiero llorar,
con mi ayer quiero hoy amar, para mañana vivir.
es como el tiempo, su paso no se detiene y no regresa.
El ayer nos deja marcas, nos deja huellas profundas,
sus cicatrices a veces son permanentes y sus recuerdos
indelebles.
El ayer nos deja dolor, pero también alegría,
nos da llanto, nos da esperanza.
El ayer nos lastima, nos asusta, pero nos enseña,
con tímido sentir, el ayer nos muestra el sol del mañana.
Del ayer quiero aprender, por el ayer quiero llorar,
con mi ayer quiero hoy amar, para mañana vivir.
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